viernes, 31 de agosto de 2012

¿ABANDONAR LA UNIÓN EUROPEA?

Por su interés, pedagógico y certero, reproducimos el artículo de opinión publicado en Diario de Sevilla, por el Profesor Rafaél Rodríguez Prieto, titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla 
   
¿Abandonar la UE?
Rafael Rodríguez Prieto | 31.08.2012
 
"No coaligamos estados, unimos a los hombres". Esta frase de Jean Monnet, uno de los padres fundadores del proceso de construcción europea, refleja un sueño que hoy parece más distante que nunca. En estos tiempos las personas -actualicemos la frase- parecen más olvidadas que presentes en el reto europeo. Mucho se ha hablado de la "identidad europea", lo que pudiera diferenciar a Europa de otros procesos y otras áreas de integración regional. Si algo identifica a Europa y la enorgullece es su sistema de protección social y sus servicios públicos y universales. Este esfuerzo común para generar igualdad y condiciones de vida razonablemente buenas para el conjunto de la población, es lo que nos distingue de otros grandes centros de poder e influencia como EEUU o China, y es también a lo que estamos renunciando.

El endurecimiento de las condiciones de vida, la insolidaridad, la privatización de los servicios públicos conduce al auge nacionalista en Europa. El trecho entre nacionalismo y guerra en Europa es corto. Los estados europeos están sustituyendo la soberanía popular, por una bien distinta: la del Banco Central Europeo y los financieros que lo controlan y nutren. La historia de Europa nos muestra que siempre se busca un culpable, cuando los recursos se hacen escasos y desaparecen las redes que preservan la igualdad social. Ya asistimos a ello. Los gobernantes germanos culpan a los vagos del sur de todas las reformas injustas que han impuesto a sus ciudadanos. Los italianos y españoles culpan a los griegos. Los griegos a su vez a los inmigrantes y ya tenemos un partido neonazi; vuelta a empezar. Por cierto, el trato que la UE está dispensando a Grecia debería avergonzarnos. Todo parece haber sido inútil, después de haber conducido al país a la miseria. La inane retórica de las cumbres europeas se ha tornado en desprecio. Ahora ya no importa que abandonen el euro. Cuando las barbas de tu vecino…

¿Deberíamos abandonar la UE?. Para toda una generación de españoles el solo planteamiento de esta pregunta suena herética. Muchos de los que hoy tienen entre 45 y 65 años han vivido con la obsesión de integrarnos como fuera en las estructuras europeas; como si ello nos imprimiera un marchamo europeo al que de otra forma no tendríamos derecho. Habría que responder a ese complejo con que siempre hemos sido europeos, incluso a pesar de los propios estados europeos, cuyo comportamiento durante la Guerra Civil y, posteriormente, permitiendo la dictadura franquista, dejó tanto que desear. Muchos republicanos españoles terminaron en campos de concentración en Francia, el presunto país de la libertad, igualdad y fraternidad. Nos hemos beneficiado de la pertenencia a la UE, antes CEE, pero también hemos tenido que realizar sacrificios en nuestra industria o agricultura. Aún los hacemos, como por ejemplo, con el ultimo acuerdo UE-Marruecos. Nada ha sido gratis.

Plantear esta pregunta requiere no ceder ante el voluntarismo. A la mayoría nos gustaría una Europa de los ciudadanos, capaz de elevar su autogobierno y de mejorar el Estado de bienestar. En cambio, con lo que convivimos en la realidad es con instituciones europeas cada vez más refractarias a la ciudadanía que debiera servir; individuos con un poder desmedido que jamás se presentaron a una elección y que diseñan la política de la UE. Lo que tenemos son políticos irresponsables que recurren a los peores tópicos envueltos en el peligroso celofán del nacionalismo. Lo que conocemos es el poder en auge de grandes grupos de presión (lobbies) que moldean las políticas europeas en su beneficio. ¿Nos interesa seguir en un lugar así? ¿Qué más estamos dispuestos a sacrificar?

Los españoles deberíamos asumir que nadie nos va a ayudar ni a salvar. La UE no es el mundo de Oz. Lo que seamos y construyamos depende de nosotros, por lo tanto, quizá sea el momento para salir de la UE antes de que las condiciones sean mucho peores. La especulación sobre la deuda pública, no puede convertirse en la puerta trasera, desde la que se imponga un programa de privatizaciones de servicios públicos que nadie ha votado. ¿De verdad tenemos que desmantelar nuestra investigación y educación en el altar del déficit? ¿Es que tenemos que privatizar aquello que generaciones de españoles han pagado -trenes u hospitales- y que hoy son la envidia del mundo? ¿Es que debemos empobrecernos nosotros y nuestros hijos para convertirnos en los camareros de los países del norte? Creo que no y el ejemplo de Grecia debería ser suficiente para reflexionar. Entre democracia y UE la decisión es clara. Un portazo a tiempo puede ser una victoria. Seremos europeos cuya primera opción habrá sido la democracia y el respeto a la frase de Monnet.

martes, 17 de julio de 2012

QUIERO VOTAR CADA AÑO LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO



Porque nuestros representantes políticos sólo son los administradores de los recursos comunes de los ciudadanos, y no deben decidir más allá de la propuesta de ingresos y gastos de tales recursos.

Porque nuestros representantes políticos no son fieles a sus programas electorales, contraen obligaciones de endeudamiento, y deciden el futuro de las próximas generaciones sin consultar a los ciudadanos.

Porque es necesario separar la gestión política de la gestión del dinero, evitando el poder de corrupción que conlleva tal vinculación y la inclusión de gastos superfluos y sin control, que no son conocidos por los ciudadanos.

Porque nuestra Constitución ampara en sus artículos 23 y 31 el derecho de los ciudadanos a participar directamente en los asuntos públicos, y uno de los más importantes es la aprobación anual de los Presupuestos Generales del Estado.

Porque la gestión del dinero debe estar encomendada a la Agencia Tributaria, que con estatus especial, y como entidad profesional alejada de la clase política, sabría cobrar y pagar de acuerdo a los presupuestos que aprobasen los ciudadanos.

Porque técnicamente es posible, y al igual que la Agencia Tributaria nos remiten anualmente los borradores y datos fiscales para la oportuna declaración de impuestos, también pueden remitirnos los borradores de Presupuestos Generales del Estado, para ser votados a través de internet.

Porque en tal propuesta de votación de presupuestos, deben incluirse al detalle los ingresos y gastos comunes de todos los ciudadanos. Nada de grandes números. Que al igual que puede marcarse con una cruz, las asignaciones a distintas confesiones o asociaciones sociales, podamos manifestarnos a favor o en contra de la inclusión de cualquier partida. Que sea necesaria la autorización ciudadana para el endeudamiento del Estado.

Porque nuestros representantes políticos podrán debatir, filosofar y proponer las leyes en las Cortes Generales, pero si las mismas tienen efectos económicos, quedarían a falta de la aprobación anual de los ciudadanos.

Por todo ello, y porque es posible otra economía y otro modelo social, quiero votar cada año los Presupuestos Generales del Estado.

sábado, 7 de abril de 2012

LA GRAN ESTAFA FINANCIERA

Cada día nos llevamos una nueva sorpresa sobre el próximo recorte  que nos encontraremos. ¿Serán las pensiones..? ¿El salario mínimo como en Grecia? ¿Se producirá en la sanidad, o en la educación?. La realidad es que poco a poco, llegaremos a una situación en la cual se pongan en entredicho cualquier aspecto que tenga que ver con el bienestar social. Todos los recortes tienen el mismo denominador común. Hasta ahora solo tienen que ver con los aspectos sociales, como si no existiesen otras formas de reducir costes. Parece como si el objetivo fuera eliminar paulatimente los beneficios sociales y dedicar todos nuestros impuestos a mantener las estructuras póliticas, las administrativas, y por supuesto... a la "constitucional obligación prioritaria y garantizada por ley" de pagar la deuda pública y sus correspondientes intereses.

Es decir, el Estado o lo que es lo mismo todos nosotros, nos vemos en una situación de deficit económico, porque unos banqueros listos, unos fondos de inversion especuladores, o unos fondos de pensiones atrevidos, en lugar de invertir en una economía productiva que genere riqueza y empleo, se han aventurado a crear artificios financieros distribuidos por todo el mundo, esperando un retorno inmediato y exponencial de la inversión. Y cuando esa inversión no resulta, porque el valor era ficticio, porque explota la burbuja y se para el "baile", o porque directamente han tenido perdidas en sus inversiones, el sistema financiero restringe brutalmente el crédito a empresarios y familias, y como están "endeudados hasta las cejas" paralizán la economía.

Por tal motivo el Estado no recauda lo suficiente, el desempleo se incrementa drásticamente, el consumidor no consume, baja la demanda interna, y entramos en el círculo diabólico en el cual nos encontramos en estos momentos. Hay que romper ese círculo. Por muchas "mensajes informativos" que nos quieran transmitir los gobernantes, en el sentido de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" o que "estamos pagando los despilfarros anteriores", la realidad es que en los Presupuestos Generales del Estado de este año, existe una partida para pagar intereses financieros, que es equivalente a muchas partidas sociales  que ahora se quieren recortar.

Pero lo rocambolesco, es que esos intereses que nos vemos obligados a pagar a entidades privadas, es por "dinero público que hemos prestado a las entidades financieras"  para que "nos lo vuelvan a prestar mediante la compra de deuda pública a un interés cinco veces superior". Tampoco valdría decir ahora "que el Estado no pida dinero prestado", puesto que gran parte de esa falta de liquidez del Estado, anterior al deficit, ha sido debida a los recursos públicos entregados a las entidades privadas a través del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, o el propio Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria. En definitiva, negocio redondo para la banca privada a costa del erario público y gran estafa a los ciudadanos.

Las grandes preguntas que todavía no se quieren responder son: ¿por que hay que abastecer de recursos públicos sin límites a entidades privadas?, ¿por que hay que supeditar la soberanía democratica de las naciones a las decisiones de entidades privadas?, ¿por que el Estado no facilita directamente el crédito a las empresas y familias, en lugar de prestarlo a entidades privadas?.  La respuesta parece sencilla: hay que mantener el circuito financiero existente para que las entidades financieras continuen ganando dinero y convirtiendo su propia deuda privada, la de los bancos, en deuda pública, la de todos los ciudadanos. Y es que entre el poder soberano de las decisiones democráticas de los Estados, cada vez existen más elementos ajenos a estos procesos, que con mayor influencia y capacidad de decisión van tomando estas medidas.

El Estado, como expresión de la voluntad de sus ciudadanos, tiene el derecho y la obligación de administrar adecuadamente los recursos públicos, entre ellos los financieros, por lo que está entre sus prerrogativas el crear los instrumentos adecuados para ello. No se puede continuar con ese "círculo diabólico" haciéndonos creer que no existen otras alternativas. En  este caso la solución, a pesar de lo que digan en Europa, pasaría por la propia Banca Pública Estatal, como expresión ciudadana, velando por los intereses del conjunto de la misma y no de unos pocos. Los ciudadanos también podemos ser "creadores de mercado" como se dicen que son las entidades financieras. De esta forma se canalizarían adecuadamente este tipo de recursos, apostando por la economía productiva y social, y evitando los peajes a costa del contribuyente.