viernes, 31 de agosto de 2012

¿ABANDONAR LA UNIÓN EUROPEA?

Por su interés, pedagógico y certero, reproducimos el artículo de opinión publicado en Diario de Sevilla, por el Profesor Rafaél Rodríguez Prieto, titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla 
   
¿Abandonar la UE?
Rafael Rodríguez Prieto | 31.08.2012
 
"No coaligamos estados, unimos a los hombres". Esta frase de Jean Monnet, uno de los padres fundadores del proceso de construcción europea, refleja un sueño que hoy parece más distante que nunca. En estos tiempos las personas -actualicemos la frase- parecen más olvidadas que presentes en el reto europeo. Mucho se ha hablado de la "identidad europea", lo que pudiera diferenciar a Europa de otros procesos y otras áreas de integración regional. Si algo identifica a Europa y la enorgullece es su sistema de protección social y sus servicios públicos y universales. Este esfuerzo común para generar igualdad y condiciones de vida razonablemente buenas para el conjunto de la población, es lo que nos distingue de otros grandes centros de poder e influencia como EEUU o China, y es también a lo que estamos renunciando.

El endurecimiento de las condiciones de vida, la insolidaridad, la privatización de los servicios públicos conduce al auge nacionalista en Europa. El trecho entre nacionalismo y guerra en Europa es corto. Los estados europeos están sustituyendo la soberanía popular, por una bien distinta: la del Banco Central Europeo y los financieros que lo controlan y nutren. La historia de Europa nos muestra que siempre se busca un culpable, cuando los recursos se hacen escasos y desaparecen las redes que preservan la igualdad social. Ya asistimos a ello. Los gobernantes germanos culpan a los vagos del sur de todas las reformas injustas que han impuesto a sus ciudadanos. Los italianos y españoles culpan a los griegos. Los griegos a su vez a los inmigrantes y ya tenemos un partido neonazi; vuelta a empezar. Por cierto, el trato que la UE está dispensando a Grecia debería avergonzarnos. Todo parece haber sido inútil, después de haber conducido al país a la miseria. La inane retórica de las cumbres europeas se ha tornado en desprecio. Ahora ya no importa que abandonen el euro. Cuando las barbas de tu vecino…

¿Deberíamos abandonar la UE?. Para toda una generación de españoles el solo planteamiento de esta pregunta suena herética. Muchos de los que hoy tienen entre 45 y 65 años han vivido con la obsesión de integrarnos como fuera en las estructuras europeas; como si ello nos imprimiera un marchamo europeo al que de otra forma no tendríamos derecho. Habría que responder a ese complejo con que siempre hemos sido europeos, incluso a pesar de los propios estados europeos, cuyo comportamiento durante la Guerra Civil y, posteriormente, permitiendo la dictadura franquista, dejó tanto que desear. Muchos republicanos españoles terminaron en campos de concentración en Francia, el presunto país de la libertad, igualdad y fraternidad. Nos hemos beneficiado de la pertenencia a la UE, antes CEE, pero también hemos tenido que realizar sacrificios en nuestra industria o agricultura. Aún los hacemos, como por ejemplo, con el ultimo acuerdo UE-Marruecos. Nada ha sido gratis.

Plantear esta pregunta requiere no ceder ante el voluntarismo. A la mayoría nos gustaría una Europa de los ciudadanos, capaz de elevar su autogobierno y de mejorar el Estado de bienestar. En cambio, con lo que convivimos en la realidad es con instituciones europeas cada vez más refractarias a la ciudadanía que debiera servir; individuos con un poder desmedido que jamás se presentaron a una elección y que diseñan la política de la UE. Lo que tenemos son políticos irresponsables que recurren a los peores tópicos envueltos en el peligroso celofán del nacionalismo. Lo que conocemos es el poder en auge de grandes grupos de presión (lobbies) que moldean las políticas europeas en su beneficio. ¿Nos interesa seguir en un lugar así? ¿Qué más estamos dispuestos a sacrificar?

Los españoles deberíamos asumir que nadie nos va a ayudar ni a salvar. La UE no es el mundo de Oz. Lo que seamos y construyamos depende de nosotros, por lo tanto, quizá sea el momento para salir de la UE antes de que las condiciones sean mucho peores. La especulación sobre la deuda pública, no puede convertirse en la puerta trasera, desde la que se imponga un programa de privatizaciones de servicios públicos que nadie ha votado. ¿De verdad tenemos que desmantelar nuestra investigación y educación en el altar del déficit? ¿Es que tenemos que privatizar aquello que generaciones de españoles han pagado -trenes u hospitales- y que hoy son la envidia del mundo? ¿Es que debemos empobrecernos nosotros y nuestros hijos para convertirnos en los camareros de los países del norte? Creo que no y el ejemplo de Grecia debería ser suficiente para reflexionar. Entre democracia y UE la decisión es clara. Un portazo a tiempo puede ser una victoria. Seremos europeos cuya primera opción habrá sido la democracia y el respeto a la frase de Monnet.

martes, 17 de julio de 2012

QUIERO VOTAR CADA AÑO LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO



Porque nuestros representantes políticos sólo son los administradores de los recursos comunes de los ciudadanos, y no deben decidir más allá de la propuesta de ingresos y gastos de tales recursos.

Porque nuestros representantes políticos no son fieles a sus programas electorales, contraen obligaciones de endeudamiento, y deciden el futuro de las próximas generaciones sin consultar a los ciudadanos.

Porque es necesario separar la gestión política de la gestión del dinero, evitando el poder de corrupción que conlleva tal vinculación y la inclusión de gastos superfluos y sin control, que no son conocidos por los ciudadanos.

Porque nuestra Constitución ampara en sus artículos 23 y 31 el derecho de los ciudadanos a participar directamente en los asuntos públicos, y uno de los más importantes es la aprobación anual de los Presupuestos Generales del Estado.

Porque la gestión del dinero debe estar encomendada a la Agencia Tributaria, que con estatus especial, y como entidad profesional alejada de la clase política, sabría cobrar y pagar de acuerdo a los presupuestos que aprobasen los ciudadanos.

Porque técnicamente es posible, y al igual que la Agencia Tributaria nos remiten anualmente los borradores y datos fiscales para la oportuna declaración de impuestos, también pueden remitirnos los borradores de Presupuestos Generales del Estado, para ser votados a través de internet.

Porque en tal propuesta de votación de presupuestos, deben incluirse al detalle los ingresos y gastos comunes de todos los ciudadanos. Nada de grandes números. Que al igual que puede marcarse con una cruz, las asignaciones a distintas confesiones o asociaciones sociales, podamos manifestarnos a favor o en contra de la inclusión de cualquier partida. Que sea necesaria la autorización ciudadana para el endeudamiento del Estado.

Porque nuestros representantes políticos podrán debatir, filosofar y proponer las leyes en las Cortes Generales, pero si las mismas tienen efectos económicos, quedarían a falta de la aprobación anual de los ciudadanos.

Por todo ello, y porque es posible otra economía y otro modelo social, quiero votar cada año los Presupuestos Generales del Estado.

sábado, 7 de abril de 2012

LA GRAN ESTAFA FINANCIERA

Cada día nos llevamos una nueva sorpresa sobre el próximo recorte  que nos encontraremos. ¿Serán las pensiones..? ¿El salario mínimo como en Grecia? ¿Se producirá en la sanidad, o en la educación?. La realidad es que poco a poco, llegaremos a una situación en la cual se pongan en entredicho cualquier aspecto que tenga que ver con el bienestar social. Todos los recortes tienen el mismo denominador común. Hasta ahora solo tienen que ver con los aspectos sociales, como si no existiesen otras formas de reducir costes. Parece como si el objetivo fuera eliminar paulatimente los beneficios sociales y dedicar todos nuestros impuestos a mantener las estructuras póliticas, las administrativas, y por supuesto... a la "constitucional obligación prioritaria y garantizada por ley" de pagar la deuda pública y sus correspondientes intereses.

Es decir, el Estado o lo que es lo mismo todos nosotros, nos vemos en una situación de deficit económico, porque unos banqueros listos, unos fondos de inversion especuladores, o unos fondos de pensiones atrevidos, en lugar de invertir en una economía productiva que genere riqueza y empleo, se han aventurado a crear artificios financieros distribuidos por todo el mundo, esperando un retorno inmediato y exponencial de la inversión. Y cuando esa inversión no resulta, porque el valor era ficticio, porque explota la burbuja y se para el "baile", o porque directamente han tenido perdidas en sus inversiones, el sistema financiero restringe brutalmente el crédito a empresarios y familias, y como están "endeudados hasta las cejas" paralizán la economía.

Por tal motivo el Estado no recauda lo suficiente, el desempleo se incrementa drásticamente, el consumidor no consume, baja la demanda interna, y entramos en el círculo diabólico en el cual nos encontramos en estos momentos. Hay que romper ese círculo. Por muchas "mensajes informativos" que nos quieran transmitir los gobernantes, en el sentido de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" o que "estamos pagando los despilfarros anteriores", la realidad es que en los Presupuestos Generales del Estado de este año, existe una partida para pagar intereses financieros, que es equivalente a muchas partidas sociales  que ahora se quieren recortar.

Pero lo rocambolesco, es que esos intereses que nos vemos obligados a pagar a entidades privadas, es por "dinero público que hemos prestado a las entidades financieras"  para que "nos lo vuelvan a prestar mediante la compra de deuda pública a un interés cinco veces superior". Tampoco valdría decir ahora "que el Estado no pida dinero prestado", puesto que gran parte de esa falta de liquidez del Estado, anterior al deficit, ha sido debida a los recursos públicos entregados a las entidades privadas a través del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, o el propio Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria. En definitiva, negocio redondo para la banca privada a costa del erario público y gran estafa a los ciudadanos.

Las grandes preguntas que todavía no se quieren responder son: ¿por que hay que abastecer de recursos públicos sin límites a entidades privadas?, ¿por que hay que supeditar la soberanía democratica de las naciones a las decisiones de entidades privadas?, ¿por que el Estado no facilita directamente el crédito a las empresas y familias, en lugar de prestarlo a entidades privadas?.  La respuesta parece sencilla: hay que mantener el circuito financiero existente para que las entidades financieras continuen ganando dinero y convirtiendo su propia deuda privada, la de los bancos, en deuda pública, la de todos los ciudadanos. Y es que entre el poder soberano de las decisiones democráticas de los Estados, cada vez existen más elementos ajenos a estos procesos, que con mayor influencia y capacidad de decisión van tomando estas medidas.

El Estado, como expresión de la voluntad de sus ciudadanos, tiene el derecho y la obligación de administrar adecuadamente los recursos públicos, entre ellos los financieros, por lo que está entre sus prerrogativas el crear los instrumentos adecuados para ello. No se puede continuar con ese "círculo diabólico" haciéndonos creer que no existen otras alternativas. En  este caso la solución, a pesar de lo que digan en Europa, pasaría por la propia Banca Pública Estatal, como expresión ciudadana, velando por los intereses del conjunto de la misma y no de unos pocos. Los ciudadanos también podemos ser "creadores de mercado" como se dicen que son las entidades financieras. De esta forma se canalizarían adecuadamente este tipo de recursos, apostando por la economía productiva y social, y evitando los peajes a costa del contribuyente.

domingo, 20 de marzo de 2011

LAS GRANDES OPORTUNIDADES DE EMPRENDIMIENTO Y EMPLEO NO ESTÁN EN NUESTRA SOCIEDAD

La pasada semana varios ilustres sociólogos, politólogos, y economistas presentaron la publicación "Crisis y Empleo en Europa. Hacia un nuevo modelo productivo", enmarcado dentro  del proyecto "elmundoquequeremos.org". Entre los ponentes la reconocida e ilustre escritora Susan George, o el no menos conocido sociólogo y pensador Sami Nair.

Entre otras muchas aportaciones positivas, los ponentes vinieron a concluir, que para corregir nuestra tasa de desempleo, el desarollo de la economía debería dirigirse hacia el empleo verde y el de calidad, el turismo, y la agricultura ecológica, especialmente en la región andaluza. Es cierto, que parte del futuro desarrollo económico debe perseguir ese objetivo, pero la realidad parece dirigirse hacia otros derroteros. En este sentido, pudieron echarse en falta algunas apreciaciones.

En principio, y dentro de esta economía global en que nos encontramos, parece un poco absurdo e incluso injusto, tratar el problema del desempleo como un problema local, pareciendo que los millones de desempleados que sufrimos en nuestro pais o comunidad autómoma, son exclusivamente problema de España o Andalucía. Efectivamente somos los que lo padecemos, y los primeros en querer dar solución al problema, pero no los únicos responsables de la creación de empleo. Actualmente nuestra "región" es Europa, y el problema del desempleo es europeo. El desarrollo económico y la creación de empleo es de nuestra región europea. 

No es permisible que las restricciones y medidas económicas  que nos imponen desde la comunidad europea, quieran demonizar parte del modelo económico español anterior a la crisis, y que no solo estaba basado en el sector de la construcción. ¿que hubiese sucedido, por ejemplo, si se hubiese venido abajo el sistema industrial alemán por falta de demanda de sus productos?: pues que seguramente, el problema del desempleo lo tendrían los alemanes. Las relaciones económicas son de ida y vuelta, y tal cual está diseñada nuestra actual Europa, especialmente en las relaciones comerciales, lo que haga un estado miembro dentro de la propia comunidad europea, en su propio beneficio, normalmente perjudicará a otro. Por tanto, el primer objetivo ha de ser armonizar en todos los paises las mismas políticas fiscales, económicas, financieras, sociales y medioambientales. Hasta que no se cumpla esta premisa no sabremos exactamente que país cumple con las verdaderas obligaciones solidarias en la Unión Europea y cual no. No basta con decir que Alemania es la más productiva de Europa, cuando realmente no es del todo cierto, o que es la que más fondos aporta, cuando sus mayores clientes también son los europeos.

Cada país tiene, inicialmente, el modelo productivo que sus recursos naturales le han permitido, después el que le han permitido sus gobernantes,  y por último, el de la iniciativa de desarrollo, investigación y creatividad de sus habitantes. La creación de empleo es un problema de Europa, y allá de donde se cree empleo es de donde, inicialmente, debe partir la oferta  hacia las personas desempleadas. Y las personas desempleadas de todos los paises europeos, casi con total seguridad, aceptarían dichas ofertas. Pero antes hay que homogeneizar políticas fiscales, salariales, y de todo tipo. 

Efectivamente, un nuevo modelo productivo europeo puede estar basado en la economía verde, y en la investigación y el desarrollo de productos y servicios, pero ¿que nivel de empleo generarán estas actividades?, ¿asumirán a corto plazo el desempleo europeo? ¿se verá beneficiado el desempleo español?. La realidad es que en Europa no podemos crecer más, si no es a costa del consumismo exhacerbado, el despilfarro de energía, o el perjudicar a otros paises con nuestros residuos. ¿Es éste el nuevo modelo productivo que queremos?, ¿Cuantos nuevos modelos de teléfonos móviles necesitamos?, ¿Cuantos nuevos vehículos? ,¿Cuantos nuevos ordenadores o televisores de plasma?. Definitivamente, no parece que ese deba ser el futuro del nuevo modelo productivo, y ni mucho menos que genere millones de empleos. Y si es así, será a costa de los recursos y habitantes de otros paises, no ya solo de Europa sino del mundo.

El modelo productivo será, en principio, el que demanden las necesidades de sus habitantes. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de investigación, desarrollo y emprendimiento: Cuando un colectivo necesitaba pan, surgía el panadero que daba satisfacción a esa necesidad. Y cuando una necesidad quedaba satisfecha de otra forma, esa actividad productiva también se transformaba o definitivamente desaparecía como profesión.  Actualmente, en nuestra región europea, la pregunta sería: ¿Que necesitamos?. Y la respuesta, afortunada o desgraciadamente es: casi nada, la mayoría de las personas tienen cubiertas sus principales necesidades básicas.

Esto puede llevar a concluir, que las verdaderas oportunidades de emprendimiento, negocio, y empleo no están en nuestra sociedad desarrollada. En nuestra sociedad estarán o quedarán la oportunidades residuales. Las grandes oportunidades están en la sociedades poco desarrolladas, aquellas en que, como bien refleja la "Base de la Piramide", sólo tienen una renta de cero a diez dolares diarios, y que comprende a cientos de millones de personas. Éstas sociedades tienen necesidades básicas de alimentación, sanidad, educación...., prácticamente necesitan de todo, y al tiempo que se promueve el emprendimiento, se facilita su desarrollo y el empleo. En este punto la pregunta es ¿Quien arriesgaría sus recursos económicos y humanos para emprender en estos lugares?: pues posiblemente personas u organizaciones con mucha iniciativa y ganas de emprender, hacer negocio responsable, crear empleo, y desarrollar localmente la zona. Exactamente igual que sucedió en otros lugares del mundo hace muchos años, incluido nuestro país. 

Más temprano que tarde, esas sociedades se desarrollarán a costa de las ya desarrolladas, y posiblemente también, los pioneros obtendrán su recompensa, tanto para emprendedores como para empleados que así sepan apreciarlo.







  

martes, 1 de febrero de 2011

¿QUE FUÉ DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS?

Ha finalizado el Foro Económico de Davos 2011, y al leer sus conclusiones, apenas se hace alusión a la Responsabilidad Social de las Empresas, como modelo de gestión, y mucho menos como filosofía de trabajo de los emprendedores. En estos años de crisis económica que estamos padeciendo, principalmente por la irresponsabilidad de muchas personas y entidades, parece que nadie quiere retomar los principios que pomposamente se vendieron, como el nuevo paradigma de la gestión empresarial.

¿Que fué de la propuesta del anterior Secretario General de la Onu Kofi Anann,  y de sus diez puntos del Pacto Mundial?, ¿Se han pedido responsabilidades sociales a las entidades financieras, a los fondos de inversión, a las grandes empresas inmobiliarias, o las empresas energéticas por la continua subida de precios? ¿Quien se acuerda ahora de la Responsabilidad Social de las empresas?, y también ¿Tienen responsabilidad social los Estados, cuando acceden a las demandas de los mercados financieros con el recorte de derechos sociales y del estado del bienestar?

Demasiadas preguntas sin respuesta. Por una parte, las grandes empresas exhiben descaradamente la gestión de la Responsabilidad Social, como marketing creativo de cara al consumidor....., "las hojitas verdes y los flujos azules de los rios" aparecen en toda su publicidad, pero cuando hay que poner en marcha un Expediente de Regulación de Empleo, o subir aleatoriamente el precio un producto o servicio, se hace sin el menor contratiempo. Y por otra, las micro, pequeñas y medianas empresas, e incluso los trabajadores autónomos van a "enterrar" la Responsabilidad Social, sin casi llegar a conocerla. Actualmente, y esgrimiendo la crisis económica como excusa, una gran mayoría de emprendedores no solo "pasan olimpicamente" de este tema, sino que su única solución a la crisis, parece ser el no cumplimiento de los derechos laborales mínimos, e incluso la supresión absoluta de la negociación laboral y la representatividad de las centrales sindicales. Aquello de que hay ser responsable con el entorno donde se actua, asumiendo y gestionando las demandas de los grupos de interés está, en estos momentos, totalmente olvidado. 

Y que pensar de los Estados, ¿están siendo socialmente responsables cuando congelan las pensiones a los más necesitados, endurecen el acceso a las prestaciones, obligan a reformas laborales, o destinan fondos a las entidades financieras, que en su gran mayoría han sido los causantes de la situación económica actual?

La Responsabilidad Social es un tema cultural, que tiene que permeabilizar en la sociedad mediante hechos y actuaciones asumidas por todas las organizaciones, públicas o privadas. Pero para ello, las personas que han de adoptar la toma decisiones, tienen que estar plenamente convencidas de que es el camino adecuado, en caso contrario, es solo una acción más de marketing para épocas de bonanza económica.    

No hay que desitir en el empeño, porque las actuaciones socialmente responsables de empresas y otras organizaciones dependen de la voluntad y conciencia ética de las personas, saber que se debe hacer y que no, es la cuestión más importante. Aunque puede tardar en ser asumido de manera natural, realmente merece la pena insistir por el beneficio que puede reportar a la sociedad. 

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿COMPETITIVIDAD?

Estamos cansados de escuchar por parte de los pseudoexpertos en economía "que las empresas han de ser competitivas" , "que su nivel de competitividad no está a la altura de otras empresas nacionales, europeas, o globales", "que la mejora de la competitividad ha de ser el objetivo de toda empresa..." y otras muchas frases de contenidos parecidos.

Llegamos al extremo que parece que para las empresas no existe otro objetivo que "competir", como si verdaderamente fuese una carrera a vida o muerte a costa de cualquier cosa. Es hora de desterrar definitivamente esa palabra del diccionario económico de las empresas. No refleja adecuadamente lo que debe ser el nuevo futuro de la economía.

La COMPETITIVIDAD es siempre a costa de otro... de una persona en una actividad profesional, deportiva, etc; o de una empresa u organización en la actividad económica. Siempre pierde alguien, porque siempre gana alguien. Los nuevos productos, o las fusiones o absorciones de empresas, buscan realmente eliminar la competencia y en teoría obtener la EFICIENCIA. Pero siempre queda algo en el camino: cierre de empresas, personas en desempleo, deslocalización, etc. y todo bajo la repetitiva y cansina definición de "COMPETITIViDAD".

La competitividad busca el enfrentamiento. En la economía real todos los mercados están manipulados o regulados. No existe el verdadero y aséptico Mercado Libre. Por tanto economía real no es igual a mercado libre. Mercado libre no es igual competitividad. Y la competitividad, por definición, excluye la COLABORACIÓN.

Los mayores logros de la humanidad, y subsidiariamente de la actividad económica, se han logrado mediante la colaboración. Cuando a las organizaciones les interesa, por algún motivo comercial, económico, o político, crean una joint-venture, una asociación empresarial, o bién se fusionan, absorben a otras organizaciones, o crean una institución supranacional. Existen multitud de formas de colaboración. Los mayores avances de la ciencia, la tecnología, y en definitiva el progreso de la humanidad son debidos, principalmente, y en cualquier momento del proceso, a la colaboración con otra parte interesada. Competitividad no es igual a colaboración, y colaboración no es sumisión.

Colaborar es ser responsable, es cooperar y avanzar conjuntamente en busca de un objetivo. La colaboración hace corresponsables a todas las partes interesadas en un proceso: clientes, proveedores, trabajadores, administraciónes públicas, etc. Colaborar es progresar. Sólo la COLABORACIÓN Y LA RESPONSABILIDAD, permiten el desarrollo y el progreso de la humanidad.

En la busqueda de la EFICIENCIA, las EMPRESAS COLABORATIVAS que estén dispuestas a participar en la consecución de estos objetivos de desarrollo y progreso de la humanidad, tendrán un futuro prometedor si son socialmente responsables. La palabra adecuada no es COMPETITIVIDAD, es COLABORACIÓN.

miércoles, 20 de enero de 2010

EL MERCADO LIBRE REGULADO

 
Cuando los medios de comunicación nos invaden con noticias de economía, de finanzas o de la archirepetida crisis global, así como del tiempo que tardaremos en salir de ella, parece como si el tiempo corriese a favor de la miseria, el desempleo, y la destrucción paulatina de la sociedad. Puede existir un verdadero ranking de noticias negativas a este respecto. Pero, mientras tanto, en la economía occidental parece que vivimos para “pagar”.

Dependemos tanto del dinero y del actual sistema económico, del que hasta ahora parecía infalible método de la economía de mercado, que a veces no queremos ver lo que ocurre en otras partes del planeta, en los que, desgraciadamente, el mero hecho de nacer, ya parece ser una condena.

Hace años la sociedad se percató, de que un régimen económico de máximo control e intervención por el estado político, no era positivo para sus miembros, creando pobreza y estancamiento social. Ahora, en la actualidad, percibimos que el liberalismo salvaje de la economía de mercado, crea riqueza pero también la destruye, provoca desigualdades, y depende tanto del flujo de dinero, que parece como si la sociedad estuviese “abducida” sin ser capaz de idear otras alternativas para lograr el bienestar de sus ciudadanos.

Para los defensores del mercado libre a cualquier precio y la consiguiente nula intervención del Estado en la economía, la actual crisis financiera ha supuesto otro revés a sus planteamientos ultraliberales. El mercado equilibra las necesidades de oferta y demanda y pone precio al producto. Facilita el comercio, el desarrollo, y la vida de los ciudadanos. Pero llegados a este punto es necesario preguntarse: ¿existe el verdadero mercado libre? Pues no, no existe. Actualmente cualquier mercado está, o intervenido o manipulado. Cuando decimos intervenido queremos decir regulado por el Estado, administrativamente, legalmente. Pero cuando es manipulado, lo está por los grupos de interés en cuestión, bien mediante el acceso a información privilegiada; alterando comercialmente un producto; provocando una demanda desmesurada con información falsa, o bien por cualquier otro medio que repercuta positivamente en sus beneficios. Eso de que el mercado se regula solo…, es el argumento de quien lo manipula.

Al final de la segunda guerra mundial, y obligado por las circunstancias tan excepcionales en las que se encontraba el país, la economía británica optó por la nacionalización de sus empresas y actividades más significativas para el Estado. Comenzó de alguna manera una economía mixta, en alternancia con la economía de mercado, que poco a poco fue extendiéndose por la Europa de la postguerra, a excepción, lógicamente, de los países y territorios bajo la influencia soviética. Al final, en la Europa occidental, cada uno de los países terminó por adoptar sistemas con cierta regulación, especialmente de sectores estratégicos.

Actualmente, la asunción de un sistema económico basado en el Mercado Libre Regulado, parecería una alternativa cierta para el sostenimiento y desarrollo de una sociedad más justa y equilibrada. Con este esquema, el mercado sigue siendo libre en sus actuaciones de oferta y demanda, pero una vez superadas las necesidades básicas de los ciudadanos. Esto quiere decir, que el Estado tiene que intervenir “regulando el mercado”, para equilibrar las fuerzas entre oferentes y demandantes, y evita, que el resultado de la transacción no sea abusivo para ninguna de las partes cuando se trata de satisfacer necesidades básicas de los ciudadanos.

Si hacemos un somero repaso a los sectores económicos de nuestro país, podemos observar algunos ejemplos de este sistema. Así el mercado de trabajo está regulado con unas condiciones mínimas de contratación de trabajadores y salarios; El sector energético mantiene precios máximos; la vivienda de protección oficial mantiene su nivel de precios y calidades, etc. Pero por el contrario, para el sector que se ha querido hacer más imprescindible, dentro de nuestro actual sistema económico, cual es el sector financiero, no existe regulación que equilibre ese poder entre oferente y demandante de recursos. No solo eso, sino que además, los demandantes de recursos financieros, o contribuyentes, tienen que hacer frente de manera colectiva a través del Estado, a paliar la difícil situación de algunas entidades financieras. Claramente, en este sector, el equilibrio no está garantizado.

Si concebimos nuestra sociedad occidental, como una congregación de ciudadanos dirigida a la consecución del bienestar social individual y colectivo, mediante el conocimiento, el progreso y el desarrollo de la misma, estaremos de acuerdo en que sus integrantes tienen unas necesidades básicas que satisfacer. En este sentido la economía de mercado libre regulado, ha de tratar de garantizar que tales necesidades mínimas son satisfechas, sin la existencia de un comportamiento abusivo por ninguna de las partes que componen el mercado.

En nuestro entorno occidental, satisfacer necesidades básicas de los ciudadanos sería tener regulado al menos lo siguiente:  la alimentación, sanidad, educación, empleo, pensiones, transportes, vivienda, energía, comunicaciones, y por supuesto..., financiación. Faltaría definir consensuadamente la unidad, cuantía, o valor de esas necesidades básicas, puesto que en cada momento histórico o lugar pueden ser distintas. Por el contrario, cualquier actuación por encima de estas necesidades básicas, podría estar sujeta al mercado libre puro y duro, y sus ofertantes y demandantes de bienes o servicios, deberían estar dispuestos a aceptar el precio que el citado mercado refleje.

No puede concebirse una sociedad, cuya mayoría de ciudadanos no tenga cubiertas sus necesidades básicas, y esté sujeta al albedrío de quien desde una posición de fuerza, domina e influye en un mercado, y somete a sus designios a todos sus integrantes, a favor de los propios intereses, mediante la especulación o el sobreprecio. Si dentro de los objetivos de algún sector influyente o no, se encuentra el sobreprecio o la especulación, podría hacerlo, si sus clientes se lo permiten, en el mercado libre y no en el regulado. 


Ésta regulación permitiría equilibrar a un precio justo y razonable en el acceso a las necesidades básicas de los ciudadanos, quienes a su vez, podrían acudir al mercado libre y aceptar su precio correspondiente, si su deseo es hacer acopio de bienes o servicios por encima de esas necesidades mínimas.

Las empresas y emprendedores podrían obtener rentabilidad sostenida en el tiempo si quieren acceder a este mercado, ciertamente el más numeroso y seguro, y con visión a medio y largo plazo. El empleo sería estable y sólido, no sujeto a los avatares de empresas gestionadas por personas irresponsables, cuyo único objetivo es la búsqueda de resultados económicos a cortísimo plazo, y a costa de cualquier cosa. Y por último, la recaudación de impuestos y su posterior redistribución por el Estado estaría garantizada. Sería volver a la economía productiva.

Cualquier cambio social supone esfuerzos y recursos, pero pueden existir otros modelos de sistemas económicos, para facilitar la vida a los ciudadanos estén donde estén en cualquier lugar del planeta. Si bien, en otros puntos del globo parece necesaria una verdadera voluntad de cambio político para acometer este objetivo, parece mucho más fácil en nuestro entorno ccidental. Es cuestión de tener voluntad de cambio, y adoptar otras alternativas de sistema  socioecónomico.